sábado, 26 de junio de 2010

Calor

Arenas que se olvidan
Con el fulgor de un nuevo sol

En el camino
Se siente
Un pálpito distinto

Proclama del tiempo,
Luces del nacimiento de un mañana…

lunes, 21 de junio de 2010

La víspera



El pecho amortigua
Aquel murmullo del viento
Que todo lo envuelve en este día feriado,
Donde los héroes se olvidan y la tarde se alarga

Se hace grande en el andar,
Se vuelve niño en el reparo.

Los dos mueren en las plazas,
En busca de lo mismo:
Aquello que también estoy buscando.

domingo, 20 de junio de 2010

Apuntes para la espera

I


En el gesto de nadie,
En la palabra que nunca se pronunció

Agazapado en el tiempo
[Allí vive el futuro que espera su retorno.


II


Lo muerto, aquello que descifra lo vivo
Sirve la mesa en el pasto
Húmedo, de llanto por lo muerto.

Vaya paradoja;
Allí esta creciendo una flor celeste.


III


El recuerdo retoma su curso y vuelve al mar
Junto con las piedras y sus desvaríos.
Los perros huérfanos ladran temerosos,
Y los camiones descargan sus basuras de ciudad,
Cuando por la ventana asoma auspiciosa,
Una brisa de tierra,
Susurrando un secreto novedoso.

Hoy he llorado por esa niñez que no vuelve.

miércoles, 16 de junio de 2010

El atajo

I

Hoy la noche me cierra tus puertas,
Desdibujando tu imagen detrás de las nubes,
Y las palabras se agotan en mi desvarío,
Pretendiendo alejar tú recuerdo
Como si no tuviesen remedio alguno.

Hoy el poema se perdió en tu laberinto.


II


Salgo a buscar
Lo que se esconde detrás del viento,
Aquello que late bajo la tierra;
Ese anhelo del tiempo que pocos reclaman.


III


Alguien me confió un secreto:

Si sembramos fe,
Cosecharemos credo.

Se lo cuento a ella,
Y a los que voy cruzando por los parques
Han cerrado mis puertas –me dice al oído-
Pero las ventanas permanecen abiertas.

lunes, 14 de junio de 2010

Revelaciones

I

Ojos grandes miel serenos de noche
Que buscan la palabra de Dios
Exigiendo todo en una mirada;
Lo que ya no hay en mí.

Oh, la irascible calma de aquella mirada.


II

El verano no se discute, se hace…
En el castillo divino de las arañas,
Y en los misterios húmedos de los mares perdidos.

En sus ojos de arena que avanzan,
Un calor tímido delata su vergüenza
Aproximándome a su distancia como un cangrejo torpe.


III

Pronto,
Que están barriendo las hojas;
Todavía podemos salir a jugar,
Salgamos todos –dice la niña-
Que las casas son aburridas.

lunes, 7 de junio de 2010

Entrevero





Arroja una moneda
Al estanque
Y en el reflejo final
Su rostro envejece.


Regresa a dormir
Y en el sueño se repite la escena.


Entonces se deja morir
Y vuelve a soñarlo.

viernes, 4 de junio de 2010

Siesta*

Indisoluble,

Tensión que raspa en la plenitud geométrica de los sueños oblicuos,

Cual niño inhibido al descubrir el sabor severo de la sangre


Las torcazas planean vuelos agudos,

Efímeros simulacros de suicidios.


Escenarios:

Circos microcéntricos de cables entrecruzados sin redes de protección.

Acontece un día otro y un palomo gordo mira de soslayo las migajas

Que el inquilino arroja al zócalo sucio de la piedad de su ventana de la tarde.


Se acentúa una siesta de temporal; quizás la ultima.

Transpiran las cosas ordinarias de la habitación blanca,

Mientras,

La bruma busca con ahínco sus perfiles oscuros en la tarde-sombra.


La violencia del otoño en la ciudad

[Tampoco reniega de la hora de la siesta.


*Siesta: fenómeno no meteorológico aunque si natural que solía gestarse en un sin fin de puntos “X” del espacio-mundo, conformando logias e intersecciones de aromas y piques de sonidos vagos. Dicho acontecimiento da lugar a las sombras, y es en las mismas, donde se practican ambivalentes silbidos, desde tangos y milongas hasta zambas y candombes, en los cuales se rozan feroces los vahos y lloran los recuerdos, los faroles y las grutas. Sin embargo, los niños en dicho momento, prefieren jugar canciones, arrojar piedras a los ríos forzando brincos que no salpiquen bruscamente, trepar ombúes o desterrar lombrices. Para los niños, la siesta y la muerte no son más que cosas de adultos.



Cielos y cables

En el cielo

Como en una acuarela,

Tu rastro se mezcla denso

Con el sol y las nubes,

Anclándome

En un variopinto de influjos más bien naranjas.

En el intervalo,

Los pájaros cortan incesantes el sueño celeste de aquella mujer

Y lo envuelven nuevamente en lo ameno de la tarde

Y de sus ojos de oro

Que vuelven a dormir a su niño,

En la intimidad de las seis y media,

En el despertar de la siesta calurosa

Donde su estela recobra un sentido.

Como las plazas,

Estos versos buscan el aire.

Persuadir


El silencio es la soberbia de la oscuridad.

Si alguien lee este verso es probable que muera.

Si lee este otro, también.

El orden de mis versos no altera la muerte


La palabra es la resistencia de la luz.

Si alguien lee este verso es probable que este vivo.

Si lee este otro, también.

El orden de mis versos no altera la vida.


El tiempo es el karma de la humanidad.

Si alguien lee este verso es probable que todavía sea humano.

Si lee este otro, también.

El orden de mis versos no altera el tiempo.


Mientras nada lo alteren,

Mis versos seguirán siendo egoístas.