No hay nada esta vez, no hay motivo alguno,
Solo cuchillos equivocados y pálidos pasillos de hospital,
Ya no se por que escribo esta noche.
Las pocas luces que deja el trajín,
Y aquellos rostros candorosos, iluminados
Que se apagan por la injusticia divina.
La devastación lima mis puertas y seca mi piel,
Cierran los subtes,
Llega el invierno y la cosa difícil.
Son solo tres versos,
Los que se necesitan para explicar la muerte
Cuando no tiene sentido.
El cuento de la ciudad se comió la realidad,
Quedo atrapada en la maraña del tiempo,
Pidiendo clemencia en su merecida vida.
Pido perdón por esta forma poco poética de recordarte,
Entre tanta niebla el faro de tu sonrisa
Se aleja de mi presente amanecer.
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