domingo, 26 de junio de 2011

Chicho

No hay nada esta vez, no hay motivo alguno,
Solo cuchillos equivocados y pálidos pasillos de hospital,
Ya no se por que escribo esta noche.

Las pocas luces que deja el trajín,
Y aquellos rostros candorosos, iluminados
Que se apagan por la injusticia divina.

La devastación lima mis puertas y seca mi piel,
Cierran los subtes,
Llega el invierno y la cosa difícil.

Son solo tres versos,
Los que se necesitan para explicar la muerte
Cuando no tiene sentido.

El cuento de la ciudad se comió la realidad,
Quedo atrapada en la maraña del tiempo,
Pidiendo clemencia en su merecida vida.

Pido perdón por esta forma poco poética de recordarte,
Entre tanta niebla el faro de tu sonrisa
Se aleja de mi presente amanecer.

viernes, 17 de junio de 2011

Tonto (hombre)

Tonto,
siguen las lluvias mariconas y sigue el rock,
Tonto al fin,
en los caminos de colores finitos y de pocas ideas,
después de caer y volver al tan temido barro del espanto.

Un sueño revelador,
una muerte -previsible de malas conductas-
y un mensaje que ordena la metafísica del amor de un lunes tonto y descreído.

Triste panorama el de un hombre que se rinde a los pies de la madrugada a pedir perdón.
Tonto y pobre hombre,
cobardemente testarudo de una suplica elemental,
a lo ángeles de algún planeta y a los dioses de su barrio y a los demonios mundanos,
que viven en la desdicha, en la esquina de siempre.

En una flor también se pueden morir,
no todo es poesía la de los hombres soñando.

martes, 1 de marzo de 2011

incoloro


La estupidez de siempre y el síndrome nervioso de estos tiempos
Erosiona por completo cualquier forma romántica de vida,
De amor,
              De entrega,
                                  De calor,
De poesía.

Que lugar queda a los versos,
A los libros,
A los anhelantes,
A los utópicos,
A los pobres tipos
Que todavía creemos en la palabra a través de la poesía,
Como forma libertaria de la expresividad.

La ausencia del color también me duele.

Estoy flaco,
Pálido,
Languideciendo el dolor de la velocidad,
El ocaso de la lucidez
En sus versiones posmodernas
Aplican en el cuerpo una marca,
Un destinte que se enreda y trepa por las paredes de la humedad.

miércoles, 26 de enero de 2011

Enero

Hasta donde puede llegar esta tarde,
en la rama, en los balcones y en los postes de luz;
en el colectivo que me deja en las puertas de Barracas.

A veces siento que no lo merezco
o que simplemente allí radica todo,
entre lo que la retina y la brisa veraniega abarcan.

Mansa,
quieta pero sabia en su melancolía divina,
que empuja a la noche sobre el final de las horas.

Ver la tarde,
y volver al barrio para volverte a ver.