Hasta donde puede llegar esta tarde,
en la rama, en los balcones y en los postes de luz;
en el colectivo que me deja en las puertas de Barracas.
A veces siento que no lo merezco
o que simplemente allí radica todo,
entre lo que la retina y la brisa veraniega abarcan.
Mansa,
quieta pero sabia en su melancolía divina,
que empuja a la noche sobre el final de las horas.
Ver la tarde,
y volver al barrio para volverte a ver.